Desde que estamos en el tema del @museoitinerante, hace unos cuantos años ya, nos fuimos dando cuenta lo difícil que es llegar al rostro que está detrás de los trabajos fotográficos de fines del siglo XIX y todo el siglo XX. En el camino recorrido, a veces por casualidad, a veces por un colaborador y las menos, como fruto de búsquedas exhaustivas, logramos dar con eso rostros. Hay muchos nombres de los fotógrafos que pasaron o se establecieron en Salto desde mediados del siglo XIX, pero los rostros asociados a esos nombre son contados con los dedos de una mano.
En aproximadamente unos 7 años de búsqueda, hemos podido juntar nombres con rostros en los casos de Thomas Bradley, Federico Jungbluth, Enrique Murguía, Fernando Galisteo, Victor Toucon, Arnulf Furhmann y no mucho más.
Faltan aún por descubrir rostros de otros artistas. De los antes mencionados, al menos en mi caso personal, no he hallado más de una foto, publicada en algún diario, revista o actualmente, en redes sociales. Cuánto más atrás en el tiempo, y cuánto más pasa el tiempo, más difícil se vuelve el poder hallar esos rostros. No perdemos las esperanzas de que estén por ahí perdidos esos retratos, de esos invisibles; de los que conocemos su visión artística, de lo que veían a través del lente de la cámara, pero que difícil es encontrar los rostros de quienes presionaban el disparador para que se abriera el obturador, la mirada que veía quien iba a ser retratado.
Gracias a quienes conocen el trabajo que hacemos, que nos conocen personalmente o a través de redes sociales, a veces nos llega material que en verdad nos sorprende gratamente. Hace pocos días, Henry Correa, alguien a quien conocemos hace unos cuantos años ya, nos presenta un material del cuál nos había hablado tiempo atrás, que debido a diferentes circunstancias no habíamos podido detenernos a analizarlo.
Concretada una reunión, y entre charlas y café, nos muestra dos retratos re enmarcados en los años 50s aproximadamente. Uno de los retratos es de un hombre adulto mayor de lentes. El proceso fotográfico es una albúmina, impresa en un gran formato, de 27 x 19 centímetros aproximadamente, junto a también una albúmina de las mismas características, pero que se trata de la fotografía de un retrato a lápiz de una mujer. Ambas imágenes están muy bien conservadas a pesar de ser aproximadamente de los años 1880 o 1890.
El material que nos presentó, pasaría desapercibido entre tantos otros de la época con características similares, ya que no tiene tampoco a la vista una firma de fotógrafo. Lo interesante y lo que reviste de gran importancia para la historia de la fotografía local a ese retrato, es la historia que está detrás, de dónde proviene ese cuadro, dónde estaba ubicado originalmente.
Según nos cuenta Henry Correa, ese cuadro estaba colgado en sus orígenes, en un viñedo al este del departamento de Salto, viñedo que en 1888 adquiriera Augusto Calvé (Varese, 2019), y que a mediados del siglo pasado estuviera en manos de antepasados de Henry. Es decir, ese retrato estaba en el viñedo desde antes de los antepasados de Henry, que primero fueron empleados y luego propietarios.
A partir de las fuentes escritas a las que hemos podido acceder para consulta y de los relatos orales de la familia, que hemos oído y no son menos importantes. Contrastando todo esto, debemos concluir que, sin poder asegurarlo en un ciento por ciento, pero si al menos en un 99%, el rostro que vemos en la imagen es el de Augusto Clavé, de Fotografía Americana. Uno de los iniciadores de la fotografía en el siglo XIX en la ciudad de Salto.
Hasta hoy no se conocía el rostro detrás de ese nombre tan importante para la historia local.