Comenzando un nuevo ciclo político electoral surge con mucha fuerza el tema de la inseguridad. Sin duda ésta, llena páginas periodísticas y de preocupación popular, trasmite miedo, nunca deja de incluir sorpresas con distintas modalidades, creando zonas calientes, llenando de rejas y tempranos retiros a las casas. Es un objetivo político que permite distintas estrategias prácticas pero también electorales.
Por ahora nada se discute sobre la inseguridad del paciente, parecería que los temas de salud son esquivos a las propuestas en la materia.
Triste que los temas de salud no estén arriba de la mesa, están debajo de ella con acciones políticamente inseguras e insanas, crean la inseguridad de la sociedad en cuanto a confiabilidad y acceso a los recursos. Eso también es inseguridad que hiere y lastima.
Cada día es mayor el desarrollo científico y tecnológico, cada vez son màs las posibilidades diagnósticas y terapéuticas, pero cada vez se tiene màs conciencia de situaciones que, provocadas por descuidos o errores injustificados elevan el riesgo de los pacientes. Es por esto que debe incorporarse el tema de seguridad también en la salud y en la agenda de su análisis.
La era de la infalibilidad médica se terminó e irrumpe con fuerza desde que en 1999 se edita en EEUU “Errar es Humano” donde se aprecia que los errores son mucho màs frecuentes de lo pensado. Hoy cualquier persona no relacionada con la salud tiene acceso a enormes datos de estudios y procedimientos al igual que los medios de comunicación masiva.
En Reino Unido en el 2000 se reportaron 10% de eventos adversos en las internaciones con un costo de 400 millones de libras anuales en tanto que en EEUU costaron 29.000 millones de dólares por eventos adversos prevenibles lo que erosiona la confianza, la confidencialidad y la satisfacción del usuario.
Entonces se pretende que la seguridad del paciente sea el conjunto de estructuras o procesos organizacionales que reduzcan los eventos adversos a lo largo de la asistencia.
Si el enfermo no siente confianza es difícil lograr buenos resultados y ella debe llegar al paciente, la familia, y el personal de salud.
Hoy en los prestadores existe un porcentaje que minimizan estos aspectos argumentando que los errores en la atención son raros y cuando ocurren se llega a los señalamientos personales y por ende no se reportan todos los casos y se evitan medidas correctivas.
El gremio médico y su Colegio generan actitudes defensivas y se niegan a ver los errores echándole la culpa al “sistema”.
Ha sido un largo proceso de deterioro con excepciones , llevan su tiempo , y cuando llaman la atención se han salido de control.
El poder político ha llenado los cargos de dirigencia con correligionarios, incapaces en gran medida y responsables del deterioro insoslayable de la salud. Tampoco existe unidad de criterios entre ASSE-MSP, desde que dependen de dos partidos diferentes, y para muestra alcanza con la situación lamentable del Hospital del Cerro. Conjunciones de intereses y “negocios” poco claros contribuyen a la desconfianza general.
¿Quién se ocupará de esa inseguridad transmitida? Es tan o más importante que la que reportan como el problema.
¿Es posible que para un director de RAP sea más importante tener aire acondicionado en las policlínicas que el acceso a especialidades y/o medicamentos? Sí, no sabe de la epidemiología rural pero cree saber de estructuras arquitectónicas y de albañilería y pinturas.
¿Qué dicen sus mentores políticos? Que hagan los “mandados” electorales para poder seguir.
En tanto en lo privado desde 2016 con la dirección de la cooperativa médica (Dr. A. Altuna) se echaron las bases para el deterioro general, generando la parálisis de estructuras salvo las privadas, y las de los jerarcas, dejó el dpto. junto a su sucesor, carenciado con respecto a los departamentos vecinos del cual depende Salto. Se amputó la participación médica y del usuario, no hay debate de ideas, pero sí cursos de fotografía y yoga con recursos del usuario. ¿Quién controla?
Dr. Alvaro Vero – Esp. En Salud Pública – Salto, Feb. 2024.