Me levante pensando que sería un días más sin mayor entusiasmo sin mayor expectativa de que algo grandioso pudiera suceder. Prosigo normalmente en las labores de despejarme e higienizarme.. Para despertarme, reconozco que me cuesta. Me dirijo a la cocina, para prepararme unos buenos mates. Pareciera negativo el comienzo de la jornada pero ¡Zas! cómo siempre, algo cambio el día de repente. Revisando mi celular y el correo lleno de mensajes, me encuentro con una invitación, mejor dicho, una colaboración para apoyar a mi amigo Pablo Villaverde en la Biblioteca Municipal de Salto con su proyecto del Museo Itinerante. Solicito confirmación para la hora que debía estar presente para poder asistirlo. Me comunica que a las 10:00 de la mañana. ¿Cómo podría asistirlo tomando en cuenta mi ignorancia en fotografía, edición y en le pasado de Salto? Tristemente la Cultura y la Historia de nuestro departamento no es muy bien conocida.
Pasando las hora me dispuse a ir a la parada del ómnibus para embarcarme en el línea uno que me dejaba a dos cuadras aproximadamente de la Biblioteca. En el viaje continúe pensado quien sería el entrevistado y como podría ayudar. Gran sorpresa me llevé cuando llegué a la Biblioteca. Después de ser recibido por la Bibliotecaria, que me consulto qué necesitaba, me presenté.
Buenos días, soy Héctor, se me citó para apoyar a Pablo Villaverde. La bibliotecaria me dijo: ¡ah si!, el señor también está esperando. Cuando miré quién era, me encuadre recordando mi pasado por las filas castrenses, no daba crédito a quién tenía delante de mí. Me apersoné, le entendí mi mano y lo saludé con la deferencia que correspondía. Buenos días mi Señor Embajador Don Pelayo Día. Gracias por su servicio inestimables a la Patria y por defender los más altos intereses de la República, en todos los lados donde se izo nuestro pabellón nacional. La pobre bibliotecaria al escucharme tampoco daba crédito, no pudo reconocerlo.
Hago un paréntesis aquí, porque la historia es importante. No olvidar los verdaderos valores que esta tierra dado a nuestro país.
Obviamente, después de la deferencia expuesta, la pobre no sabía dónde meterse. Jocosamente, presumo las cosas que estaría pensando, ”éste señor levanta el tubo y me echan mañana”. Pobre mujer, los nervios recorrieron todo su cuerpo.
Nos invitaron a pasar a una sala para estar más cómodos y poder continuar con la reunión. Mientras, esperamos al principal, Pablo, quien le mostraría a Pelayo material fotográfico recolectado para su reconocimiento. Mientras tanto, me deleite charlando con el gran don Pelayo Días, hombre de gran cultura general que apampa con sus conocimientos de todos los temas que se puedan hablar; y más en la Gramática Española que se ha tratado, por todo los medios, de destruirla imponiendo la ignorancia con la tecnología, que indirectamente te hace cometer errores. Mientras recordábamos a Quevedo y la Reina Isabel, y mirando las hora por qué Pablo no llegaba, decidimos llamarlo, hasta que al mirar la entrada lo vimos acercarse. Como siempre, con su incasable compañera, la mochila al hombro, proseguimos sentándonos a la mesa. Pablo abrió su mochila con las fotos históricas para analizar por don Pelayo, hombre que asusta con su gran lucidez y pericia casi detectivesca, se analizó el material muy interesante debó decir, aprendí mucho. Solicité permiso para iniciar la sesión de fotos, para esta colaboración… La verdad que fue un día realmente interesante y muy productivo.