A fines del siglo XIX existía en la esquina de Uruguay (Calle Real) y Joaquín Suarez (Pintado) un rancho de piedra y techo de tejas españolas en el cual se estableció una empresa de pompas fúnebres y fábrica de guitarras propiedad del Sr. José Verde Miró. A partir de ese momento la esquina tomó un aspecto un tanto macabro, pues este comerciante adoptó un modo de propaganda un tanto adelantado para la época, lo que llenó de temor a las mujeres caminantes rumbo a las misas y novenas de la iglesia.
Durante el día exhibía en la vereda, féretros, artículos funerarios y guitarras, pero a la noche, en una pieza con ventana a Calle Real Verde Miró recreaba un velorio con “muerto” y todo, además de “plañideras” y llorones que a “grito pelado” lloraban alrededor del supuesto muerto.
Por medio de la curia y las beatas un buen día, intervino la jefatura y dio fin a esta particular forma de propaganda espeluznante de Verde Miró.
Fuente: Libro “Salto de Ayer y de hoy” de Eduardo S. Taborda, 1955.